Jueves por la mañana. A las 9 tenemos que estar en la escuela, así que nos levantamos pronto para estar antes. Bien, llegamos y nos meten en un salón de actos y allí hay un discurso en japonés. ¡Eoooo! ¡Qué bien! ¿Pero es que no me van a explicar ni el sistema en inglés? Un par de horas de explicaciones en japonés, todo en estilo muy asiático. El director se presenta, luego los profesores, luego cada uno de nosotros. Todo con reverencias. Muy formal.

Luego descansito. Se acaba el descanso, si es que entender japonés era descansar, y ahora es el momento del test de nivel. ¡Yupi! Primero es un examen escrito con unas 150 preguntas, luego un examen oral. K acaba antes que yo... El examen oral me va de pena... Yo que estaba oyendo las preguntas que les hacían a los otros, estaba feliz pensando que entendía... Bien, pues llega mi turno y como había contestado mucho del examen escrito mis preguntas no empezaban con esas del estilo de "¿cómo te llamas?" sino más bien del estilo de "¿estás interesada en hacer el proficiency de japonés y para cuándo?" y seguían por pasivas, lenguaje honorífico, etc. Y claro, acabamos el test y me dice la mujer: "¿te parece bien si te pongo en un nivel más bajo para que repases, porque se ve que has estudiado esto pero que te falta práctica?" Y yo, claro: "sí, sí".

Pausa antes de seguir, hora de comer. Nos metemos en la cafetería de la escuela, que es de tamaño llavero. Nos trae una carta totalmente en japonés y no entendemos, así que acabamos pidiendo una tostada de queso (que podemos distinguir en la carta) y nos trae la tostada más japonesa que uno se pueda imaginar. ¿Y eso qué significa? Pues que la idea es occidental, sí, como con muchas cosas aquí, pero ellos lo hacen a su manera. Eran dos pedazo de rebanadas de pan de unos 20x20 centímetros pero de un grosor de unos 4 cm cada una. Eso con una loncha de queso más fina que un tranchete y unas lonchas de pepino cortadas a máquina de menos de 1 milímetro. ¡Yupi! ¡Pan con pan! ¡Y sin nada que beber! Porque nos ponen agua del grifo, pero como acabamos de llegar aquí no sabemos si es una buena idea beber del grifo y queremos esperar a acostumbrarnos un poco... Así que un almuerzo un poco seco...

Volvemos a la clase y nos llega un americano que durante las dos siguientes horas nos cuenta todas las reglas de la escuela y la ciudad... Pero bueno, ¡al menos no es en japonés!

Y ya, hasta mañana no sabremos en qué nivel estamos. Acabamos y nos subimos a ver la sala de ordenadores donde podemos ver Internet.

Vuelta a casa. ¿Oye? ¿No deberíamos vaciar las maletas? Sí, pero antes queremos limpiar un poco todo. Así que nos pasamos la tarde de limpieza... después de pasarnos otra vez por la tienda de los 100 yenes a comprar "a ciegas" artículos varios de limpieza.
Miércoles por la mañana, nos despertamos tarde y decidimos ir a ver si compramos unos colchones o futones. Bien, fácil en teoría. Difícil de la leche en la práctica. Uno se piensa que un futón es eso que se ve en occidente. ¡Pues no! Va a ser que no. Primero miramos en el supermercado más cercano y descubrimos que hay 1000 medidas, así que tenemos que comprarnos un metro y volver a casa a medir. Aprovechamos y de camino a casa nos metemos en una tienda de 100 yenes, que es el equivalente a las tiendas de 1 euro. ¡Claro que en versión japonesa! ¡Y eso significa que la tienda es enorme y tiene de todo lo que uno se pueda imaginar! Así que nos compramos algunas cosas que necesitamos allí, como una linterna para andar por la noche, agua... Y después de medir las tablas de madera para el futón volvemos a otro supermercado que está un poco más lejos y que es en realidad un pedazo de centro comercial estilo español como Xanadú en Madrid o algo así. Bien, después de mirar mil horas futones acabamos comprando uno a la desesperada y una sábana para ponerle... Y resulta que el futón ¡se pone dentro de la sábana! Luego, cada mañana se cuelga de dos barras de metal que hay en las terrazas para que pierda la humedad...

Volvemos a casa y ya se ha hecho de noche otra vez. ¿Pero cómo es posible? Si nos acabamos casi de levantar... ¿Qué pasa aquí?

Japón, para recolmo, aparentemente es muy histérico con el ruido que se hace en las casas... o al menos en este pueblo. Así que por las noches a partir de las 20 no puedes hacer casi nada en casa. Si ves la tele tiene que estar al mínimo y tienes que cerrar las ventanas y puertas. No puedes hablar en la entrada de tu casa ni despedirte por los pasillos. Todo eso lo pone en el contrato...

Salimos a cenar a un sitio cercano que se llama algo en semi-inglés pero que está lleno de jóvenes japoneses (somos los únicos occidentales) y donde se come comida "americana". O sea, japonesa que intenta ser americana. Nos pedimos unas hamburguesas y nos llega un trozo de carne sin pan en una plancha de metal con arroz en un lado, salsa como de soja y maíz en algo como bechamel. Y se come con palillos, claro, por lo que la carne está blandísima y se corta solo con tocarla con el palillo. Al salir está todo vacío...

Vale, pues a dormir...
La casa... Al final nos han dado un apartamento en la Villa 1 de Yamasa, en el segundo piso (solo hay dos pisos, esto es un pueblo).

Tenemos tele, pero hay 6 canales en japonés y ya. Aunque bueno, mejor para nuestros estudios. También tenemos Internet gratuito :-)

Dos camas separadas... O debería decir dos estructuras de metal y madera sin colchón (que tenemos que comprar nosotros en algún momento)... Dos escritorios con lámpara, una estantería en la habitación y otra en la cocina, un pedazo de armario empotrado de tamaño gigante para esta habitación tan pequeña (que hemos decidido que también debe ser nuestro refugio para los terremotos) y en la cocina un fregadero enorme pero nada de espacio para cocinar ni para comer... Y la comida se hace en una cocinilla eléctrica que está sobre la nevera.

Eso sí, como estamos en Japón, el baño y el wc están separados (lo otro les parece asqueroso). El wc es de estilo occidental (a diferencia de la mayoría de las casas) pero el baño es de estilo japonés. ¿Y qué significa eso? Pues que la bañera es profundísima y no se usa para bañarse sino para relajarse después de haberse duchado directamente sobre el suelo sentado en una sillita.

También tenemos terraza, aunque creo que sólo sirve para colgar la ropa para que se seque, y una lavadora de estilo rarísimo.

El suelo es de madera, con ese sitio a la entrada de nivel más bajo para dejar los zapatos... ¡Los japoneses nunca se meterían en casa en zapatos! Pero no tenemos el suelo tradicional de tatami (una esterilla de paja de arroz), que es una suerte porque no se puede pisar con zapatillas.

En cuanto al espacio, no es tan pequeño como esperábamos. Está bastante bien.
Bien... Nos ha dejado solos en un apartamento, pero ¿dónde estamos exactamente? ¿Dónde compramos cena? (¿o lo llamo comida?, porque mi cabeza no funciona con este horario). Todo está oscuro, no hay ni Dios en la calle y no sabemos donde estamos ni en qué dirección están las tiendas, o si hay alguna abierta en este pueblo a esta hora... ¡Qué sed!

Salimos a la calle y miramos pero de verdad que no sabemos a dónde ir. Vemos a un occidental saliendo de una habitación y claro, a por él que nos lanzamos... Le pedimos información sobre dónde comprar y nos manda a una tiendecita...

Empezamos a andar y está oscuro de verdad. ¿En este país no saben lo que son las farolas? Pasamos al lado de un cementerio, bien exótico, por cierto, porque es de estilo japonés total, pero no tiene ni muro ni nada, de hecho las lápidas llegan ¡hasta la carretera! ¡Empieza a parecernos bien diferente este país! Hasta a K le da por cantar "Thriller".

Llegamos a la tienda y es como un 7/11 a la japonesa. Y claro, ¡la comida es japonesa! Buscamos agua entre sus 1000 tipos de bebidas raras, y cuesta más que los refrescos... Luego nos ponemos a comprar cositas de comida hecha, para comer algo esta noche. Cogemos unos triángulitos que pensamos que son sandwich, y algo de sushi, y bolas de arroz rellenas, algunos crepes (o eso pone) y yogures y dulces varios. Volvemos a casa... ¿y la comida qué tal? Pues los sandwiches más bien que no son sandwiches, sino unos triángulos de arroz rellenos envueltos en un alga. El crepe más bien es como una tortilla ligera rellena de nata dulce... ¡El sushi sí que es sushi! Y los dulces pues tienen esos sabores típicos japoneses, o bien matcha, es decir, té verde, o bien judías rojas en una masa de arroz. Desde luego que interesante es... en cuanto al sabor, algunas cosas son mejores que otras...

Vale. Hora de dormir (¡pero si me acabo de levantar!). ¿Dónde dormimos? ¿En esas tablas de madera? ¡Pues claro! Mientras no haya otra cosa... Qué noche tan cómoda...
El vuelo nos ha llevado como 100000 horas, o eso parece. Primero a Londres con Iberia, luego un bus 2 horas de Heathrow a Gatwick (eso por ser imbécil y reservar mal el billete). Después la espera y un cansancio pensando en lo que quedaba todavía... Luego el avión de Londres a Dubai, con Emirates, que en vez de estar lleno de japoneses o árabes parecía Air India o algo y estaba lleno casi al completo de indios y sri-lankeses. ¡Incluso la comida que me nos pusieron era india! ¡Y por una vez no sabía horrible!

La compañía, Emirates, excelente. Desde el pedazo de avión (con 10 asientos en cada fila y dos pasillos, y no sé cuantas filas pero como 70) hasta el personal, que hablaba 15 idiomas y era de como 30 sitios distintos, pasando por la comida, la atención y la pantallita personal con como 300 pelis nuevas, de las cuales muchas eran de esas que a mí me encantan, de Bollywood o asiáticas, aunque también había todas las novedades americanas.

Bueno, pues llegamos a Dubai de madrugada allí, pero el aeropuerto está lleno de gente, con un montón de actividad, una pedazo de zona de compras enorme (con sus palmeritas auténticas dentro del edificio, faltaría más, y sus mezquitas para rezar divididas por sexo) y poco tiempo para estirar las piernas y descansar del avión. Lo más sorprendente es que es un aeropuerto super internacional, mucho más de lo que estamos acostumbrados en Europa, y especialmente que la mayoría no son occidentales. Muy interesante ver los diferentes tipos de ropas...

Otra vez al avión, ahora parece en vez de Air India o un avión árabe, Air Japan, porque ¡solo hay japoneses! Pero como es tarde y los japoneses son así (que duermen en cuanto tienen oportunidad) ¡no se oyen ni ronquidos! Y la comida esta vez es un desayuno casi al llegar a Japón (aunque en tierra era por la tarde) de ¡pescado dulce y alguna especie de raíz extraña! ¡La cosa se va poniendo interesante!
¡Ah! Volamos, por cierto, de una forma bien extraña, bordeando completamente Irak para no pasar por encima... Y luego casi todo el camino nublado (es la época de lluvias en toda Asia) pasando por Irán, Pakistán, China y Corea... Uhmmmm. ¡Dan ganas de hacer unas cuantas paraditas por el camino!

Y por fin llegamos a Japón, a Nagoya, o mejor, al aeropuerto que aparentemente no está cerca de Nagoya porque no se veía ni una ciudad por ninguna parte. ¡Casi que era como aterrizar en un pueblo!

En el aeropuerto, todo limpísimo, modernísimo ¡y vacío! ¡Somos los únicos occidentales en todo el aeropuerto! Así que claro, despertamos mucho interés en la policía... Nos piden los pasaportes y luego ya de paso quieren ver nuestras maletas por dentro. Y, gracioso, tenemos una bolsita con hierbas secas (orégano, laurel, salvia, etc.) que aquí son muy caras y el policía, por supuesto, ¿qué bolsita va a coger? Pero bueno, después de mirar unos segundos, como está bien claro que son especias nos mira, se ríe, y cierra la maleta.

Vale, salgamos entonces por la puerta... Fuera nos espera un hombre japonés de la escuela, Yamasa, que nos viene a recoger con un coche para llevarnos a nuestro nuevo apartamento. Y claro, ¿en qué idioma nos va a hablar? ¡Japonés!, por supuesto. Así que empieza el estrés, desde ese momento hasta ahora todo lo que hemos hablado ha sido en japonés. Aquí la gente simplemente no habla inglés. Punto.

El hombre de la escuela también tenía que recoger a dos taiwaneses, así que mientras los encuentra, nosotros aprovechamos para cambiar nuestros primeros yenes, y luego a carreras (literalmente) cruzamos el aeropuerto y nos lleva al coche. Japón, ¡bienvenido al estrés!

Después 1 hora en coche por una carretera estilo autopista a través de un paisaje muy verde y húmedo, mientras está anocheciendo. (¿¡Ya!?, ¡pero si son las 19! ¡Y encima nosotros acabamos de desayunar un pescadito!).

Dejamos a los taiwaneses en algún sitio y nos lleva, ya de noche, a la escuela, donde firmamos un contrato en japonés de alquiler de la casa y nos dan las llaves. Luego a carreras otra vez (este hombre está muy estresado) al coche y a nuestro apartamento. El hombrecillo corre escaleras arriba, abre la puerta, se quita los zapatos y se mete corriendo a encender el aire acondicionado. Nos da un mapa de la zona y nos dice que vayamos pasado mañana, jueves, a la escuela a las 9 para hacer el test de nivel y para la presentación. Y se va corriendo. ¡No sabemos ni como se llama y ya se ha ido!
Al final los dos hemos aprobado el examen de japonés básico e intermedio 1. Es el equivalente a 450 horas de estudio, dicen. Pero todavía sentimos que no podemos decir ni una frase. Además también hemos aprobado el examen de historia, así que estamos listos para lanzarnos a practicar. ¡Seguro que cuando lleguemos no entendemos ni papa!

Tenemos la salida prevista para el día 19 de junio desde Madrid a Londres, de allí a Dubai, y de allí a Nagoya, con llegada el día 20 de junio por la tarde. ¡Qué nervios!
Como tenemos un seguro médico que nos cubre durante tres meses fuera de España, antes de irnos a Japón hemos decidido pasarnos por Madrid a visitar a mi familia y amigos. Estaremos solo una semanita, y además supongo que será de estrés preparando todo lo del viaje que nos quede por hacer, que seguro que es muchísimo.

Y mientras tanto aquí tenemos que terminar los exámenes del curso de japonés... y es bien difícil.
Hemos sido tan imbéciles de reservar el billete de Emirates desde Londres Heathrow, cuando también se podía hacer desde Gatwick. Ahora no encontramos billetes que vayan tan temprano a Heathrow como necesitamos para llegar a tiempo, y nos ha tocado pagar una fortuna (350 euros) por unos billetes Madrid-Londres Gatwick cuando si hubiéramos cogido el vuelo a Dubai desde Gatwick nos hubieran costado menos de 100 euros. Y encima tenemos que cambiar de aeropuerto con bus y todo. ¡Qué desastre! Y todo por el puñetero lío de ANA y tener que comprar los billetes de prisa y corriendo en el último minuto :-(
Hoy nos han escrito de Yamasa confirmándonos que nos recogen gratuitamente en el aeropuerto de Nagoya el día 20. ¡Ya no queda nada!
Después de discutir una y otra vez con ANA por teléfono e email, al final no hay forma de ponerse de acuerdo. Quieren que viajemos en aviones distintos y nos gastemos más dinero del que nos cuesta con las demás compañías. Además no puede ser en las fechas que habíamos acordado. El problema es de ellos, que no han sido capaces de gestionar nuestra petición hecha ya en marzo. Y ahora tenemos que estar a última hora cambiándolo todo.

Conclusión: hemos buscado alternativas hoy y hemos encontrado un billete con Emirates directamente a Nagoya en una nueva ruta que abren y por un precio aceptable desde Londres. Así que como no conseguíamos nada con ANA hemos comprado el billete de Emirates del 19 de junio al 16 de septiembre. Ahora tenemos que buscar un billete a Londres.

Se lo hemos comunicado a ANA y nos han escrito de vuelta, qué casualidad, diciendo que ahora sí que podían encontrar billete para la fecha y para los dos, aunque la vuelta era en dos rutas diferentes. ¡Menudos caraduras! :-( Lo suyo sí que ha sido un premio envenenado. Por ese regalito al final no estamos gastando miles de coronas en algo que no teníamos planeado...

Entonces, el avión creo que se va a parecer más a este:

Resulta que los de ANA nos están intentando volver locos. Cuando ya lo tenemos todo organizado, las clases, el alojamiento, mi billete, todo, escriben diciendo que tienen que cambiar el billete de K a unos días más tarde. Escribimos de vuelta quejándonos y explicando la situación y le ofrecen un cambio volando desde Frankfurt. ¿Y entonces para qué vuelo yo con un billete de ANA desde Londres cuando cuestan mucho más que otros billetes desde Copenhague? Volvemos a quejarnos y no hay forma de comunicarnos. A día de hoy tiene una oferta y yo otro billete diferente y seguimos negociando :-( Y mientras todo lo demás está pagado ya y queda menos de un mes para nuestra supuesta partida :-(
Hoy hemos recibido otro mensaje de Yamasa, esta vez confirmándonos que viviremos en la Villa 1 en una casa del segundo piso. Esto último era una cosa en la que habíamos insistido mucho. A mí me da miedo vivir en una casa a nivel de la calle. Tengo trauma con eso de los robos. Pero parece que nos han escuchado y la casa es de las que habíamos solicitado :-)

Los del billete de avión de K todavía siguen sin escribirnos y nos estamos preocupando. Hemos escrito para preguntar si tienen algún problema.
Hoy nos han escrito de Yamasa dándonos la bienvenida y confirmando que han recibido nuestro pago. Así que ya estamos soñando con irnos. Nos falta que nos envíen los billetes de K para hacer el pago de mis billetes en Copenhague. Y comprar sus billetes Copenhague-Londres.
Al final nos han confirmado los precios. Mi billete cuesta 9000 coronas danesas. El billete de K cuesta 141,80 libras esterlinas para los gastos de gestión y tasas. Luego él se tiene que comprar un billete con SAS a Londres (que es la compañía que me lleva a mí en mi billete hasta allí) por unas 2000 coronas danesas, y luego nos tenemos que pagar el transporte los dos hasta Nagoya, que son como 25000 yenes. Vamos, una bromita de precio. Al final si lo calculas todo es tan caro como esas ofertas de billetes que hay para pasar una semana en Japón con JAL, Lufthansa o SAS, que cuestan unas 6000 coronas danesas por persona y te llevan desde aquí (Copenhague) hasta allí (Tokio, pero con un pequeño suplemento añaden un vuelo interno a Nagoya). Pero bueno, estamos contentos, porque tenemos plan y al fin y al cabo cuesta igual.
Como ya he dicho, K ganó un billete de avión de ida y vuelta desde Londres hasta Narita en Tokio. Sí, estamos en Copenhague, pero el billete es desde Londres, aunque lo ha ganado aquí. Además, el premio no incluye ni las tasas ni los gastos de gestión, así que aparentemente quieren otro montón de libras por su billete.

Hemos estado mirando los precios de los billetes con esa compañía, ANA, para pagar mi billete, y son bastante más caros que con otras compañías. Si a eso le unimos que K tiene que pagar los extras, al final nos cuesta casi como dos billetes con una compañía como Lufthansa o Finair. 

Pero, como ya tenemos ese billete, por supuesto que queremos aprovecharlo. Así que hemos reservado una fecha para mi billete y hemos solicitado en ANA el billete de K para la misma fecha. Nos han dicho que no habrá problema y nos han confirmado las fechas: del 18 de junio al 16 de septiembre.

¡Así que estamos en camino a Japón!

Hoy nos hemos acercado a la embajada de Japón para preguntar por los visados. Lo único que hemos sacado en claro es que es mejor que vayamos solo con un visado de turista, porque ya no hay tiempo para gestionar uno de otro tipo, y además es probable que no nos lo den. Tampoco han sido muy amables para contestar las preguntas. El caso es que tenemos 90 días solo con el pasaporte, tanto siendo de Dinamarca como siendo de España. Por supuesto, con eso podemos ir a clases, hacer turismo y gastar todo lo que queramos o podamos, pero no podemos trabajar.
Pues después de darle vueltas y vueltas, después de hablar con nuestra profesora japonesa de conversación, después de escribir a la secretaría y preguntarles todas nuestras dudas, hemos decidido ir a Yamasa a un curso intensivo de 10 semanas. Ya hemos pagado el curso por transferencia bancaria y el alojamiento lo pagaremos a nuestra llegada. Ahora tenemos que buscar un billete para mí con la misma compañía que K tiene su billete.
Aunque ir a Yamasa parece que tiene muchas ventajas, también hay algunas cosas que nos hacen dudar:
  • Lo más importante es que no está en un sitio grande o importante. Se siente un poco como cruzar el mundo en avión para ir a Villaconejos de Arriba.
  • Aunque no es tan caro como Tokio u otros sitios, tampoco parece que las oportunidades para divertirse y ver cosas sean iguales.
  • Para ir a los lugares turísticos tendremos que emplear mucho más dinero que si vivimos en Kanto o Kansai.
  • Tenemos que volar a Nagoya directamente o pagar el transporte desde Tokio.
  • El billete que tiene K es a Tokio, así que tenemos que pagarnos el transporte hasta Okazaki.
  • Nadie nos recogerá por llegar en tren a Okazaki y al ser la primera vez en Japón no sabemos cómo va a ir lo de encontrar las cosas.
  • Todo está pagado y hecho por Internet y da un poco de cosa que no te vayan a recoger cuando ellos tienen las llaves del apartamento.
  • ¿Habrá hoteles en Okazaki si no hay nadie cuando lleguemos?
  • El alojamiento parece un poco primitivo.
  • ¿Habrá un hospital en Okazaki si nos ponemos enfermos?
  • Aunque parece una buena escuela y una buena página Web nunca se sabe hasta llegar allí.
  • ¿Te devolverán el dinero si hay problemas como dicen o será todo de palabra?

Después de meses pensándolo y mirando muchas escuelas por Internet, creo que al final nos vamos a decidir por Yamasa en Okazaki. Los motivos a favor:

  • Es una escuela que forma parte de una fundación (The Hattori Foundation) cuyo objetivo no es enriquecerse.
  • Los precios de los cursos son aceptables.
  • La política de devolución del dinero si hay algún problema es buena.
  • Te ayudan a encontrar el alojamiento.
  • Ofrecen alojamiento para parejas en un apartamento individual, no solo para jóvenes en familias.
  • El precio del alojamiento es menor que en las grandes ciudades.
  • Está cerca de Nagoya, una gran ciudad, y bien comunicado para ir al resto de las grandes ciudades.
  • Está a mitad de camino entre los dos lugares que más nos interesan: la llanura de Tokio y la llanura de Kansai.
  • Al ser Okazaki un pueblo pequeño esperamos practicar más el japonés.
  • Como no estamos en una ciudad nos podremos centrar más en estudiar.
  • El precio de la comida suponemos que será más bajo en un pueblo.
  • Existen cursos intensivos por semanas especializados en aprender a hablar.
  • El porcentaje de estudiantes que no utilizan kanji en sus idiomas nativos es alto.
  • Te recogen en el aeropuerto de Nagoya de forma gratuita.
  • Organizan actividades y excursiones.
  • Queremos experimentar un mayor contacto con la cultura japonesa.
  • Tienen una excelente página Web y parece una escuela seria.
  • Nos contestan a todas nuestras dudas y preguntas por email de forma rápida y eficaz.
Después de horas y más horas, los sitios que más nos gustan son una universidad privada (Waseda University) que hay en Tokio, una academia (Genki Japanese and Culture School) que hay en Fukuoka y una escuela (The Yamasa Institute) que hay en un lugar perdido que se llama Okazaki y que está en la prefectura de Aichi, en el centro de la isla de Honshu (la misma de Tokio), cerca de Nagoya, que es la tercera ciudad más grande de Japón.

Waseda tiene cursos más cortos que lo que queremos y es un poco caro, pero está en Tokio y Fujita, nuestra profesora de conversación nos la recomienda. Lo malo es que para el alojamiento no te ayudan si no quieres vivir con familias y nosotros deseamos vivir juntos.

La academia Genki suena bien, y Fukuoka parece muy interesante, aunque nos dice Fujita que hace un calor horrible en verano. Lo malo es que no sabemos muy bien sobre el sitio. No tenemos más referencias que su web y las charlas por email.

La escuela Yamasa es parte de una fundación y parece que tiene muchos fans en Internet. Su página Web es impresionante y tienen mucha información. Claro que como está en un lugar perdido, suponemos que si no fuera así no iría nadie. Nos gusta el hecho de que es parte de una fundación y no parece que pretendan sacarnos el dinero a toda costa.

Ahora a decidirse.
Estábamos pensando en aprovechar el billete que ha ganado K para pasar un par de semanas del mes de enero en Japón haciendo turismo, pero no ha habido forma de ponerse en contacto con ANA, la compañía de vuelo que le ha dado el premio. Así que después de mirar un poco por Internet hemos empezado a pensar que de verdad tal vez no sea una locura eso de irse todo el verano a estudiar japonés a una escuela en lugar de hacer turismo como hace todo el mundo. Y resulta que si lo miras bien, al final cuesta lo mismo más o menos que si te vas de turismo. Al estar en un lugar fijo, no tienes que pagar transportes ni hoteles, que es lo más caro. Además, sería maravilloso para nuestro japonés. 

En fin, que hemos cambiado los planes y en lugar del mes de enero se va a transformar en el verano del 2006.