El vuelo nos ha llevado como 100000 horas, o eso parece. Primero a Londres con Iberia, luego un bus 2 horas de Heathrow a Gatwick (eso por ser imbécil y reservar mal el billete). Después la espera y un cansancio pensando en lo que quedaba todavía... Luego el avión de Londres a Dubai, con Emirates, que en vez de estar lleno de japoneses o árabes parecía Air India o algo y estaba lleno casi al completo de indios y sri-lankeses. ¡Incluso la comida que me nos pusieron era india! ¡Y por una vez no sabía horrible!

La compañía, Emirates, excelente. Desde el pedazo de avión (con 10 asientos en cada fila y dos pasillos, y no sé cuantas filas pero como 70) hasta el personal, que hablaba 15 idiomas y era de como 30 sitios distintos, pasando por la comida, la atención y la pantallita personal con como 300 pelis nuevas, de las cuales muchas eran de esas que a mí me encantan, de Bollywood o asiáticas, aunque también había todas las novedades americanas.

Bueno, pues llegamos a Dubai de madrugada allí, pero el aeropuerto está lleno de gente, con un montón de actividad, una pedazo de zona de compras enorme (con sus palmeritas auténticas dentro del edificio, faltaría más, y sus mezquitas para rezar divididas por sexo) y poco tiempo para estirar las piernas y descansar del avión. Lo más sorprendente es que es un aeropuerto super internacional, mucho más de lo que estamos acostumbrados en Europa, y especialmente que la mayoría no son occidentales. Muy interesante ver los diferentes tipos de ropas...

Otra vez al avión, ahora parece en vez de Air India o un avión árabe, Air Japan, porque ¡solo hay japoneses! Pero como es tarde y los japoneses son así (que duermen en cuanto tienen oportunidad) ¡no se oyen ni ronquidos! Y la comida esta vez es un desayuno casi al llegar a Japón (aunque en tierra era por la tarde) de ¡pescado dulce y alguna especie de raíz extraña! ¡La cosa se va poniendo interesante!
¡Ah! Volamos, por cierto, de una forma bien extraña, bordeando completamente Irak para no pasar por encima... Y luego casi todo el camino nublado (es la época de lluvias en toda Asia) pasando por Irán, Pakistán, China y Corea... Uhmmmm. ¡Dan ganas de hacer unas cuantas paraditas por el camino!

Y por fin llegamos a Japón, a Nagoya, o mejor, al aeropuerto que aparentemente no está cerca de Nagoya porque no se veía ni una ciudad por ninguna parte. ¡Casi que era como aterrizar en un pueblo!

En el aeropuerto, todo limpísimo, modernísimo ¡y vacío! ¡Somos los únicos occidentales en todo el aeropuerto! Así que claro, despertamos mucho interés en la policía... Nos piden los pasaportes y luego ya de paso quieren ver nuestras maletas por dentro. Y, gracioso, tenemos una bolsita con hierbas secas (orégano, laurel, salvia, etc.) que aquí son muy caras y el policía, por supuesto, ¿qué bolsita va a coger? Pero bueno, después de mirar unos segundos, como está bien claro que son especias nos mira, se ríe, y cierra la maleta.

Vale, salgamos entonces por la puerta... Fuera nos espera un hombre japonés de la escuela, Yamasa, que nos viene a recoger con un coche para llevarnos a nuestro nuevo apartamento. Y claro, ¿en qué idioma nos va a hablar? ¡Japonés!, por supuesto. Así que empieza el estrés, desde ese momento hasta ahora todo lo que hemos hablado ha sido en japonés. Aquí la gente simplemente no habla inglés. Punto.

El hombre de la escuela también tenía que recoger a dos taiwaneses, así que mientras los encuentra, nosotros aprovechamos para cambiar nuestros primeros yenes, y luego a carreras (literalmente) cruzamos el aeropuerto y nos lleva al coche. Japón, ¡bienvenido al estrés!

Después 1 hora en coche por una carretera estilo autopista a través de un paisaje muy verde y húmedo, mientras está anocheciendo. (¿¡Ya!?, ¡pero si son las 19! ¡Y encima nosotros acabamos de desayunar un pescadito!).

Dejamos a los taiwaneses en algún sitio y nos lleva, ya de noche, a la escuela, donde firmamos un contrato en japonés de alquiler de la casa y nos dan las llaves. Luego a carreras otra vez (este hombre está muy estresado) al coche y a nuestro apartamento. El hombrecillo corre escaleras arriba, abre la puerta, se quita los zapatos y se mete corriendo a encender el aire acondicionado. Nos da un mapa de la zona y nos dice que vayamos pasado mañana, jueves, a la escuela a las 9 para hacer el test de nivel y para la presentación. Y se va corriendo. ¡No sabemos ni como se llama y ya se ha ido!

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